sábado, 21 de noviembre de 2009

FANTASMAS

Volvieron los fantasmas y luego las tormentas; cayeron meteoritos como cae la noche.
El reloj se detuvo y el sol dejó de iluminar.
Seguí caminando, hasta que al fin me reconocí desnuda frente al mar.
Perseguí el canto de la luna y sólo cuando el agua fría tocó mis pies, supe que nada fue un sueño.
Tuve miedo, quise gritar.
Alrededor sólo habían fantasmas.
En todo instante supe que estaba sola y que el mar estaba contra mí... maldito mar que borraste cada huella que dejé al caminar.
El viento soplaba fuerte.
Quedaban cuatro estrellas... el cielo estaba contra mí.
Tuve más miedo aún, no podía gritar... volvieron los fantasmas y luego hubo tormenta.
Al paso de un rato, exactamente cuando ya no eran cuatro sino tres las estrellas del cielo, me senté en la arena, a la orilla del furioso mar y, tocándome el pecho, comencé a llorar.
Y lloré porque los fantasmas me querían, me odiaban, me buscaban, me hablaban, me tocaban, me gritaban.
Lloré porque el sol no estaba allí, porque el mar estaba enojado, porque no puede gritar, porque mi cuerpo estaba frío, porque la señora luna no me quería cantar... lloré porque cuando volví a observar el cielo, ya no quedaban estrellas.

4 comentarios:

  1. Miedo a los fantasmas... amor a los fantasmas... sobre todo cuando tocan música para uno aunque no hallan estrellas.

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  2. A veces no hay estrellas pero igual cantan los fantasmas.

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  3. Con música no son necesarias las estrellas, por ella siempre hablará el amor...

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Susurros