Nací hace 25 años en un mundo que nunca soñé; tal vez por eso nunca he dejado de soñar.
Crecí de golpe, pero en el fondo nunca dejé de ser una niña.
He sido testigo de la globalización del hambre y la pobreza, de la injusticia y la desigualdad.
Trabajo diariamente para construir y transformar realidades in-humanas.
Creo en las palabras porque ellas crean universos nuevos; creo en el silencio porque aquel es un lenguaje que nos habla con el aleteo de las pestañas.
Creo en la convivencia y en el intercambio comunicativo... creo que éste se puede convertir en un espacio de libertad y discusión enriquecedora.