sábado, 21 de noviembre de 2009

FANTASMAS

Volvieron los fantasmas y luego las tormentas; cayeron meteoritos como cae la noche.
El reloj se detuvo y el sol dejó de iluminar.
Seguí caminando, hasta que al fin me reconocí desnuda frente al mar.
Perseguí el canto de la luna y sólo cuando el agua fría tocó mis pies, supe que nada fue un sueño.
Tuve miedo, quise gritar.
Alrededor sólo habían fantasmas.
En todo instante supe que estaba sola y que el mar estaba contra mí... maldito mar que borraste cada huella que dejé al caminar.
El viento soplaba fuerte.
Quedaban cuatro estrellas... el cielo estaba contra mí.
Tuve más miedo aún, no podía gritar... volvieron los fantasmas y luego hubo tormenta.
Al paso de un rato, exactamente cuando ya no eran cuatro sino tres las estrellas del cielo, me senté en la arena, a la orilla del furioso mar y, tocándome el pecho, comencé a llorar.
Y lloré porque los fantasmas me querían, me odiaban, me buscaban, me hablaban, me tocaban, me gritaban.
Lloré porque el sol no estaba allí, porque el mar estaba enojado, porque no puede gritar, porque mi cuerpo estaba frío, porque la señora luna no me quería cantar... lloré porque cuando volví a observar el cielo, ya no quedaban estrellas.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

POR TI SOY

Desde que tengo uso de razón –o conciencia de mi conciencia, perdón por la tautología- me he autoconvencido que somos gracias y en virtud de todo aquello que hemos vivido. Las experiencias, por muy funestas o bellas que nos hayan tocado vivir, constituyen la premisa del devenir de cada uno de nosotros/as.

Somos en la medida que hacemos, aprendemos, destruimos, descubrimos, nos enamoramos, conocemos e incluso cuando resucitamos y volvemos a morir. Cada pedazo de nuestras vidas, cada trozo del pasado es la esencia de nuestro presente y el sustento de ese mañana que algunos esperan con ansias y otros luchan por postergar.

Somos en el lenguaje y por él; lenguaje que siempre ha estado despierto y que en gran medida lo hacen las palabras, aquellas con las cuales leemos y representamos el mundo que día a día construimos... y a veces sin darnos cuenta destruimos o en nombre del cual nos autodestruimos.