viernes, 31 de diciembre de 2010


Enfretarse al dolor no es fácil, aprender a vivir con la angustia de su muerte, pese a disfrutar de su vida, aún me cuesta.
Reconocer de golpe que las cosas cambiaron me ha causado un cúmulo de penas.
Mirar sus ojitos y ver en ella los míos, ha sido hermoso, pero de pronto tormentoso.
Algo en mí murió, algo en mí ya no existe... trato de sonreír y lo hago, intento renacer y me muero.
Me paro, me sostengo en pequeñas alegrías y recuerdos.
Me caigo, me dejo de sostener en lo que sostiene la vida y recuerdo que la vida implica la muerte... me alegro, me resigno, me paro y me vuelvo a caer.
Agradezco la experiencia y detesto agradecerla... me vuelvo a parar.
Las horas y los pronósticos me desesperan, me niego a mirar el calendario, me niego a pensar que han pasado más de tres meses, pero sigo observando el reloj...
Pasa el tiempo.
Renacen recuerdos, se estancan las sonrisas, brotan los miedos, mueren las esperanzas... de pronto nacen, de pronto se convierten en aquello que inocente y cínicamente me mantiene de pie.