sábado, 23 de agosto de 2008

EPIGRAMA

Los epigramas de Ernesto Cardenal cautivan con facilidad. El poeta nicaragüense nos habla con un lenguaje sencillo, claro y urbano. Sus textos contienen una cuota mordaz que impresiona y aseguran una lectura fluida e intensa, de esas que merecen un buen sofá y una taza de café bien cargado.

Sus poemas giran en torno al amor y la política, factores que de la mano mueven y cambian el mundo cuando se lucha por éstos con pasión e ímpetu: “Me contaron que estabas enamorada de otro/ y entonces me fui a mi cuarto/ y escribí ese artículo contra el Gobierno/ por el que estoy preso.”

¿Quién no ha tenido un amor que con el tiempo se ha transformado en una cadena perpetua?

Manifiesta con prestancia sentimientos e ideas, las que provocan que el lector se funda en su escritura. Es capaz de hacernos sentir que alguno de sus versos tienen relación con nuestras vidas; nos invita a reflexionar sobre nuestros amores y desamores, a hacer una remembranza y sentirnos los protagonistas de una de sus historias.

Al leerlos dan ganas de dedicar más de algún epigrama a más de algún miserable que nos dejó y no nos supo valorar: “Al perderte yo a ti tú y yo hemos perdido:/ yo porque tú eras lo que yo más amaba/ y tú porque yo era el que te amaba más./ Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo:/ porque yo podré amar a otras como te amaba a ti/ pero a ti no te amarán como te amaba yo.”

Cada verso contiene implícito una imagen clara y perfecta que permite introducirse sin dificultad en las estrofas, incluso aquel que dice “Tú ni siquiera mereces un epigrama”.

Cardenal es uno de esos poetas comprometidos con el hombre y la humanidad; sus escritos nos indican que él es un ejemplo de lucha y que la poesía, así como las revoluciones, sí pueden transformar el mundo. Al leer sus epigramas más me convenzo que las palabras tienen el poder de hacernos sentir vivos.