miércoles, 20 de febrero de 2013

Creer

El tiempo haría lo imposible para que el reloj se detuviera por un ínfimo y eterno instante; tenía que ser así. Esperé una casualidad, dejé de creer en ellas y, pese a todo -que no es poco- seguí esperándola, siempre considerando que no tenía nada que esperar. Te llamé a través del viento, de los sueños, las realidades y los dolores. Te pensé en cada rincón y en todas las esquinas. Te vi... al fin te vi. Y aunque faltaron minutos, palabras, canciones y tal vez una vida entera... aún creo que cuando llamas a alguien con toda la fuerza de tu alma y le gritas en medio del peor de los silencios que por favor aparezca, ese alguien, te devuelve el llamado. Buen viaje... te veo, no sé cuándo, dónde ni en qué escenario, pero te veo.

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