sábado, 28 de julio de 2012

Cuando le dijeron que se quedara con su mundo, miró fijamente su copa, la contempló un par de minutos, encendió un cigarrillo, se observó en el reflejo que nació tras la fuente de agua que no paraba de caer de sus putos ojos, puso de fondo la canción más triste de todas, acercó la copa a sus labios, la abrazó y -luego de un incesante lamento- le dijo: "mi mundo... un poco vino... una mierda igual que yo". Salud!

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